jueves, 4 de diciembre de 2008

CRECER ES APRENDER A DESPEDIRSE

Quería marcharme, olvidarme de ti. Puse kilómetros y kilómetros de tierra entre tú y yo. Me marché al Sur y allí leí un libro y me di cuenta que no podía dejar de pensar en ti. Cada palabra escrita, me recordaba a ti. Cada frase hacía que te añorara más y me di cuenta cuando llegué al punto final de que eres la mujer de mi vida.

El texto decía esto:

"Esta vez sólo tú sabes que me dirijo a ti. Te escribo a toro pasado, después de la batalla, cuando dicen que todos somos generales. Pero te juro que ha sido necesaria la distancia de un adiós y el tiempo de varios silecios para poder atreverme a esto...

El hecho, la verdad, es que te he estado echando tanto de menos que todavía a veces me lloro encima. Te he buscado, no ya en otros brazos, sino en otras miradas que no tenían tus ojazos, en otros labios que cerraron los míos, en otras caricias que no me hicieron olvidar las nuestras. el olvido se me fue de las manos, y hasta la fecha aún me ha sido imposible decirle cómo, cuándo y dónde dejarte atrás....

Nos hemos dolido hasta decir basta, nos hemos herido aún convalecientes, y nos hemos curado hasta resucitarnos casi del todo. Quien no haya fracasado como nosotros, no tiene ni puta idea de hasta dónde se puede creer, querer y caer.
Que se aparten los romeos y julietas, que miren y aprendan los amantes, amandos y amados de cualquier época, raza y condición, que tú y yo hemos tocado los cielos del primero al séptimo, que tú y yo hemos mordido el polvo de todos los infiernos, que tú y yo nos hemos devuelto a la vida, a la muerte, y a todo lo que puede haber entre medio...

Ahora, con el deseo roto y la intuición dañada, uno intenta recobrar algún resquicio de credibilidad, primero ante uno mismo, luego ante los demás...

Supongo que no te importará que te lo diga ahora pero has sido el referente, un nuevo paradigma, la nueva tabla de medidas en un universo pequeño y poco dado a las sorpresas hasta que tú llegaste...

Si crecer es aprender a despedirse, tú me has enseñado a no querer despedirme, por mucho que no lo hayamos conseguido".

Aquella noche, cerré el libro y lloré. Lloré desconsoladamente pensando en ti.

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