lunes, 28 de octubre de 2013

TE VAS A MORIR.



Te lo voy a decir para que te enteres. Sí a ti que me estás leyendo ahora mismo, te miro a los ojos y te digo de una manera muy clara, sin tapujos: TE VAS A MORIR.

Y lo harás dentro de unos segundos, o quizás minutos, horas, meses o años. Pero te vas a morir, la vas a palmar sin remedio. Un ataque al corazón, un cáncer, una cirrosis, un accidente o la vejez se te llevarán por delante.

Y ni tu chalet con piscina en una zona exclusiva, ni tu despacho con sillones de piel y vistas a la gran ciudad te salvarán. Ni tan si quiera tus joyas valiosísimas encerradas en una caja de seguridad, ni tus cuadros de valor incalculable, ni el dinero acumulado que no serás capaz de gastar nunca, te darán la vida eterna.

Te morirás aunque hayas conseguido el mejor puesto de trabajo lamiendo culos y pisando cabezas.
Te morirás aunque hayas obtenido un gran poder en las urnas.
Te morirás aunque hayas creado un emporio de empresas de manera fraudulenta.
Y te morirás aunque te esté esperando cada día un yate en la puerta de tu casa.

Te morirás aunque nunca te hayas parado a pensar en los demás.
Te morirás aunque nunca hayas tendido una mano sin esperar nada a cambio.
Te morirás aunque la palabra solidaridad no esté en tu diccionario.
Y te morirás aunque pienses que vas a ser eternamente joven.

La muerte no entiende de sexos, ni de edades, ni de ricos, ni de pobres. No entiende de razas, ni de héroes, ni villanos, ni de vencedores o vencidos. Sencillamente la muerte mata y se lleva por delante a quien sea.
Y tú, que no puedes vivir sin tu gomina, o sin tu coche bien equipado, o sin tu táblet, o sin tu camisa de marca, o sin tu vestido carísimo de mujer fatal. También te irás al otro barrio en menos que canta un gallo. Porque la muerte no es clasista, no es excluyente, ni es racista.

La muerte nos iguala a todos . Y tú debes elegir si quieres ser recordado como una persona de bien o como un perfecto/a hijo/a de la gran puta.

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