Mordí mis labios para no morder los
suyos.
Apreté tanto los ojos para olvidarla
que ahora me duelen sin verla.
Me reprimí tanto la ganas de ganar
que pierdo cada noche.
Aquel día nos refugiamos en las horas
vacías del reloj que marcaba el tiempo de su marcha.
Me tragué el orgullo para condenarme a su olvido mientras me administraba altas dosis de desesperanza.
Pero sin abrazarte aún te siento entre
mis brazos, pero sin tocarte todavía te acaricio, pero sin verte
siento el deseo de desearte.
Cuando el corazón gana la batalla al
pensamiento, el derrotado recibe un beso en la mejilla como antesala
del adiós.
En ese momento el alma suena como
cristales rotos, como el crujir de las hojas en una triste tarde de
otoño.
Nunca dejes entrar en tu vida a la
chica de la puerta.
Porqué quizás jamás la consigas
olvidar.
Nunca dejes entrar en tu vida a la
chicha de la puerta .
Porqué quizás las noches con luces de
neón a ella te vuelvan a recordar.
Nunca dejes entrar en tu vida a la
chica de la puerta.
Porqué quizás su ausencia hasta el
azúcar te pueda amargar.