miércoles, 22 de agosto de 2012

LE DEBÍA....


Le debía unas letras envenenadas, como sus labios cuando los utilizaba como moneda de cambio.

Le debía el mayor de mis desprecios, empuñando el arma del orgullo en defensa propia.

Le debía la última calada de este cigarro consumido pensando en ella, mientras orino mi borrachera.

Le debía toneladas de sinsabores, litros de lágrimas, cuarto y mitad de incomprensión que hoy le pago con intereses.

Le debía versos que se perdieron entre la marea del olvido, entre la negra sombra de lo que nunca fuimos.

Le debía el sonido desafinado de mi guitarra, mientras los acordes soñaban con la música de su rubia melena.

Le debía no darle importancia a su cuerpo, esculpido a base de deseo y cincelado a golpes de morbo.

Le debía odiarla, después de quererla hasta morirme y matarme.

Le debía mi más profundo rencor, por sus ataques de histeria de Barbie consentida.

Le debía paisajes nublados, mientras su boca me engañaba con la mía.

Le debía un teorema vital que dijera: yo nunca seré igual que tú.

Le debía olvidarla y resucitarla entre estas líneas que la acompañarán durante toda su vida.

Le debía sincerarme ante ella, mujer de poca fe, aunque tenga nombre de seguidora de Cristo.

Le debía y le debo noches en vela, mis ojos fijos en el techo oscuro de mi habitación.
Le debía y le debo relojes sin tiempo, el hueco de su silueta clavado en mi colchón.

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